"El hombre sabio - dice la Baghavad Gita - nunca inicia la acción." Tampoco la rehuye, al contrario. Pero deja que la mano sea de lo alto. Sereno, imperturbable, desprendido por entero del temor a la muerte y al sufrimiento, afronta lo que venga, sin perder la sonrisa de su alma.
Aquel sabio que se llamó Lao-Tsé se refería a la "acción del vacío", la "acción
no actuante" y la "no acción actuante", vale decir, la actitud que posee el hombre con sabiduría para permitir la manifestación de "la virtud de Tao" (el poder de Dios).
Extraído de "EL CAMINO DE LOS SUEÑOS", Jorge Sergio.
*********************************************************************************
" Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua. Sentir que la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño. Ver en el día o en el año un símbolo de los días del hombre y de sus años, convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo, ver en la muerte el sueño, en el ocaso un triste oro, tal es la poesía que es inmortal y pobre. La poesía vuelve como la aurora y el ocaso. A veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara. Cuentan que Ulises, harto de prodigios, lloró de amor al divisar su Itaca verde y humilde. El arte es esa Itaca de verde eternidad, no de prodigios. También es como el río interminable que pasa y queda y es cristal de un mismo Heráclito inconstante, que es el mismo y es otro, como el río interminable. "Jorge Luis Borges